lunes, 1 de junio de 2009

4- Vida normal




Cuando entramos en su cueva descubrimos algo que ni se nos hubiera pasado por la cabeza que pudiera estar ahi. El interior estaba acomodado igual de bien que cualquiera de las casas que habiamos tenido. Se componia de varias habiatciones. Desde mi posicion solo podía vislumbrar el salón, que era donde estábamos, la cocina, que era muy espaciosa y estaba decorada en blanco y negro, y un dormitorio que supuse que era el de los padres porque contenia una cama de matrimonio. Al verme observar con tanto detenimiento, el padre me aclaró:

- La casa está así decorada con un poco de ayuda mágica, ya sabes unos conjuritos por aquí, unos hechizos por acá...¡y voilá! una acogedora casa en una cueva- me dijo sonriendo.
- ¡Ah venga! ya entiendo... pero, ¿vosotros podéis usar la magia?
Esta vez fue la madre quien contestó- Por supuesto, somos de la raza de los Audrios, la magia corre por nuestras venas- me replicó orgullosa.
- Pero bueno- la cortó el padre- no es a eso a lo que habeis venido ¿no?
- No- repondió mi padre- hemos venido a haceros algunas preguntas sobre la tribu de Saldareis, ¿sabéis algo de ellos?
- Hace mucho que no les vemos, dejamos de pasarnos por allí despues del gran incendio.
- ¿Gran incendio?
- Sí. Poco despues del primer traslado hubo un gran incendio, y entonces se volvieron a trasladar...
- ¿Y donde fue aquel incendio?- Preguntó mi padre, cada vez más excitado.
- Justo en el pueblo de aquí a lado
- Vale, pues muchas gracias, nos vamos ya, no queremos molestar más.
- De nada, esperamos haber sido de ayuda.

Los tres nos salimos de la cueva y nos metimos en el coche. En el camino a casa:

- ¡Guau papá! ¿Los has visto? ¡Son impresionantes!- empezó a decir mi hermano.
- Tranquilo, lo más importante es que ya tenemos otra pista
- ¿Y ahora qué?- Pregunté yo.
- Pues ahora iremos al jefe de policía, a lo mejor sabe a dónde se trasladaron...
- Vale.

Cuando llegamos a casa, mi madre nos estaba esperando en la cocina a mi hermano y a mi.

- Chicos venid, tenemos que hablar.
Nunca me había gustado esa frase...
- ¿Qué pasa mamá?
- Pues que mañana empezáis el instituto nuevo y tenéis que ver cómo vais a llegar y demás ¿no?
- ¿INSTITUTO?- grito mi hermano visiblemente fastidiado.
- Sí, ¡y no quiero réplicas! Iréis al instituto como cualquier chico normal.
En ese momento entré yo en escena- Sólo hay un problema mamá...¡NO SOMOS NORMALES!
- Me da igual, mañana empezáis el instituto y no hay más que hablar.

Estamos listos, tenemos que compaginar la búsqueda de una tribu perdida con una vida normal adolescente... ¿Soy la única que se da cuenta de que son incompatibles? Pues se ve que si, esto va de mal en peor.

A la mañana siguiente...

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