viernes, 4 de septiembre de 2009

14- Los ojos del mal


- No, espera- dice de pronto mi padre- me suena, creo que lo conozco, ¿tú no eres un hijo de Ayrton?
- ¿De qué me conoce?
- Os conocí a tí y a tus hermanos cuando érais pequeños, no has cambiado nada...
- Pues lo siento, pero yo no le recuerdo...
- Lo entiendo, lo entiendo... ¿Pero qué haces tú aquí?

Ahora me toce explicarselo todo...

- Verás papá...

De repente, Dan se adelanta y empieza a hablar

- La cosa es que mi familia ha tenido que irse de viaje, pero a mi me tuvieron que dejar aquí para poder acabar el año escolar, no sabían dónde dejarme, entonces se enteraron de que ustedes se habían venido a vivir aquí, y decidireon venir apedirles el favor. Cuando vinimos, no estaban, sólo estaba su hija. El viaje corría prisa y no podían esperar su vuelta, así que me dejaron confiando en su buena voluntad de darme cobijo.

Pero ¿qué?... no entiendo nada, ¿qué está haciendo?, ¿por qué no le cuenta la verdad? ¡Así podría ayudarle! No sé, aun así, será mejor que me calle... si hace esto será por algo.

De repente, mi padre reacciona.

- Vale, pero antes quiero hacerte algunas preguntas.
- Adelante.
- ¿Cuándo vuelven tus padres?
- No lo sabemos, por eso han preferido dejarme.
- Y tus hermanos, ¿no tienen que acabar el curso?
- Ellos ya no estudian, trabajan en el negocio de mi padre.
- Vale, ¿cómo nos ponemos en contacto con tus padres?
- No se puede.
- ¿Cómo?
- Han ido a un lugar a resolver asuntos de los que nadie debe saber, por lo que no pueden dejar señales en ninguna parte.
- Pero... ¿volverán no?
- Si, tranquilo, no se preocupe.
- Muy bien, en ese caso, quédate hasta que necesites.
- Muchas gracias señor.
- Llámame Arthur, y mi mujer es Cassie.
- Vale.
- Muy bien, pues entonces, Kristen, adecua la habitación de invitados,a partir de ahora será la de Dan.
- Vale papá.

Rápidamente me pongo en movimiento.

- Vamos Dan, acompáñame.

Los dos subimos rápidamente la escalera, y, sin perder un segundo, entramos en la habitación y yo cierro la puerta.

- ¿Por qué has hecho eso? ¡Mi padre tendría que ayudarnos!
- ¿No recurdas lo que te dije cuando nos conocimos?
- ¿El qué?
- ¡Nadie debía saberlo!
- ¿Y eso por qué no me lo recordaste ayer?
- No sé, estaba despistado, no me di cuenta.
- Vale, pero sinceramente, creo que mi padre sería de gran ayuda...
- Por favor Kris...

¿Me ha llamado Kris? ¡Me ha llamado Kris! Eso sólo lo hacen los que me consideran su amiga, ¿él me considera su amiga? ¡Quizás sí! O a lo mejor... un momento, ¿y a mí qué me importa? ¿qué hago pensando esto? Centrémonos en lo importante.

- Vale, no diré nada.
- Gracias.
- De nada. Ayúdame a hacer la cama.

Entre los dos preparamos todo. Me siento cansada, necesito un descanso ya. Me despido y me voy a dormir. En cuanto cojo un poco de sueño, empiezo a tener los sueños mas raros que jamás he tenido. Un hombre con una capa negra andando por un pasillo. Yo voy detrás, estoy aterrada, ¿a dónde me lleva?, ¿qué me va a hacer?... las antorchas colgadas en las paredes de los pasillos iluminan tenuemente nuestro camino, que parece no acabar nunca. De repente, llegamos a una puerta que no he visto venir. El hombre pone su mano, escondida en un guante, sobre el picaporte, pero sin girarlo. Se para durante un segundo y gira la cabeza hacia mí lentamente. Nuestros rostros se encuentran y, mientras el tuerce su boca en una mueca que pretende ser una malévola sonrisa, entro en estado de shock. Los ojos mas espeluznantes que jamás haya visto, ojos negro como el carbón, con el reflejo del fuego en sus pupilas, como si lo único que tuviera delante fueran llamas devorandodeme. Entonces comprendí la cruda realidad... el fuego no me consumía a mí, consumía su propia alma.

Me despierto de golpe, llorando, sin poder emitir palabra alguna, con la única imagen en mi mente de esos dos ojos, los ojos del mal. La cabeza me va a estallar, algo no marcha bien, no era un sueño normal, era demasiado real. ¿Qué era ese hombre, o esa criatura, y qué hacía yo con él? ¿Qué significaba ese corredor y a dónde conducía esa puerta? Necesitaba respuestas, pero no sabía dónde encontrarlas, era todo tan confunso...

Miro la hora, las ocho, hora de levantarse. Tengo hambre, será mejor que primero baje a desayunar antes de nada. Bajo la escalera a toda prisa deseosa de llevarme algo a la boca. Cuando cruzo la puerta ocurre algo totalemnte inesperado...

1 comentario:

  1. Hola! Soy Abril, Gracias por pasar por mi blog y gracias por el comentario, de verdad me alegro de que te guste mi historia. En cuanto pueda leo la tuya.
    De vuelta gracias...
    Bueno, nos vemos!
    Besos y cuidate :)

    ResponderEliminar